1,2 y 3 yo me calmaré, todos lo veréis.
- AAJ
- 12 may 2017
- 3 Min. de lectura
Esa es la frase que terminando el día solemos decir las mujeres que somos madres y trabajamos.
No es por no quitar méritos ni mucho menos a las que no son madres y a las que no trabajan. Las primeras trabajarán más y las segundas tendrán menos ayuda. Pero si es verdad que cuando hay ambas cosas uno llega al momento del "1,2,3 yo me calmaré, todos lo veréis", varias veces al día.
Aunque parezca que voy a hablar de este tema, por el momento no vais a contar con la dicha (no quiero más enemigos).
Y es que el fin de semana pasado resulté hablando en el cumpleaños de Elisa (una amiga de la clase de Nicolás) con una madre que hacía lindos tapetes de colores chillones (divinos, por cierto), a cuyo marido no sé si le hacía gracia o no que los tejiera pero quien no hizo mucho comentario al respecto (no diré más porque es un seguidor de este blog…).
La razón de ser de esta mujer arquitecta con tres varones como hijos y uno como esposo es ponerse a tejer como “loca” porque es la forma en la que su mente se queda en blanco por unos minutos cuando su casa llega al casi imposible silencio absoluto.
Un relax en el que deja de pensar: ¿qué hago mañana de comida?, ¡mierda, no lo he sacado del congelador!, ¿hay tomates?, ¿será que se secará el uniforme del niño para mañana?, el pequeño tiene piscina ¿me toca llevarlo a mi o a su padre?, ¿dónde están las maletas vacías que había que bajar al trastero?, ¿dónde puñetas está el oso de peluche de mayor que hace dos semanas no aparece?, mañana tengo videoconferencia a las 7 y a las 9, ¿a qué hora me ducharé si a las 11 tengo que estar en una reunión en la oficina?, tengo que llevar a la tintorería el vestido de la boda porque la que viene a domicilio me estropeo ya dos prendas, ¿cuándo podré organizar los enseres del shower que voy a hacer?. Y así un etc etc etc…
Por supuesto, en estos interrogantes no entra ninguno sobre una (peluquería, masajes, compras, paseo, gimnasio, pilates, ducha tranquila, cena con amigas…).
¡Qué agonía estar ahora escribiendo de esto!, pensarán muchos. Pues al igual que a la mamá de la que hablaba, mi terapia es esta: escribir mis publicaciones.
Ya no me ducho pensando en los interrogantes anteriormente descritos, no hago del “dos” preguntándome si Nicolás ha hecho hoy del “dos”, no subo la cuesta de mi casa cuando vengo de la oficina pensando en si en España son las 14 horas qué hora será aquí para mi videoconferencia. Ahora, pienso en la tontería de la que me reiré escribiendo por la noche.
Algunos me pregunta que por qué tras mi paso de ocho años por Efe y editar cientos de notas no solo de España sino de Estados Unidos, Centroamérica y Sudamérica, no escribo sobre política (referendo de Vivian Morales, plebiscito, Uribe, Santos, cotilleos de los que se entera uno por el trabajo, corrupción, Odebrecht, Mariano Rajoy, Esperanza Aguirre…). Un sin fin de temas muy interesantes, pero que a día de hoy me parecen tan “jartos” que verdaderamente no dejarían mi mente en blanco.
Así que, persona que me pregunta de manera extraña incluso algo impertinente que por qué escribo sobre temas tan banales, tienes dos opciones: leerme o no leerme. Si optas por la segunda no sé que sigues haciendo aquí y si optas por la primera dame un “me gusta o comparte”, o no lo hagas porque ahora si puedo decir que escribo por placer y ya no termino el día con mi "1,2,3, yo me calmaré todos lo veréis".
Buenas noches a aquellos que aquí siguen.
P.D: No te preocupes mamá de compañero de Nico, te encargaré el tapete así solo sea para que puedas dejar tu mente en blanco.
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