Y llegó la hora de la reconquista...

Para los que me suelen leer sabrán que mis críticas hacia Colombia son abundantes, pero no se vayan a creer, que hoy ya le cayó el San Benito a los españoles. Esos españoles que recién llegada hace ocho años eran queridos en fiestas, jaranas y bailes y ahora son odiados, criticados y despreciados.

Hace ocho años si eras un español en Colombia, eras el alma de la fiesta. Todos preguntaban de dónde eras, por qué habías venido, y cómo no, la pregunta estrella: si estabas amañada.

Eso por no hablar de que siempre con la persona con la que entablabas conversación o tenía un tío abuelo, o un sobrino nieto, o un primo tercero que vivía en España.

No pretendo ser el centro de atención por mi procedencia, pero a día de hoy sí doy la razón a aquellos que tienen su recelo hacia los españoles -que quede claro que no me refiero a los que a estas alturas nos siguen criticando en el Día de la Hispanidad por habernos llevado su oro…-.

Engreídos, criticones (me incluyo), bravos, pero sobre todo la gran mayoría llegados con condiciones bastante diferentes a las del resto de los mortales y bastante diferentes a las condiciones que tendrían en su país.

Una amiga española que vive en Colombia me comentó hace un tiempo que tenía otra amiga cuyo marido trabaja en una empresa europea. Esta dice conocerse todos los barrios de Bogotá, le gusta investigar, callejear, descubrir nuevos sitios, eso si, con chofer incluido.

Y eso es precisamanete lo que me enerva de los españoles que llegan aquí y sobre todo ese tipo de español que hace del spanish gueto su modus operandi diario: se despiertan con su marido/mujer español/a, ven TVE o Antena 3, quedan con su amig@ española, utilizan medicamentos españoles, se ven solo con españoles y se duermen leyendo el diario El País (y no precisamente el de Calí).

Van a toros como en España, acuden a la soporífera fiesta de la Embajada para seguir en el spanish gueto y si de comer se trata, van a cada restaurante español que abren en la capital (eso si, en chofer).

Cuando un expatriado o alguna persona del cuerpo diplomático dice con orgullo que lleva x años viviendo en el exterior me dan ganas de reírme y decirle: oye, ¿tú has ido alguna vez a hacer la compra a un mercado de abastos, o mejor dicho, has ido alguna vez a hacer la compra en ese país en el que llevas x años viviendo?, ¿sabes cómo se saca la visa, o mejor dicho, te has hecho alguna de las colas para sacarte la visa?, ¿sabes lo que es manejar el carro con soltura en un país en el que tienes no un conductor sino dos?, y así un largo etcétera que me ahorraré por respetos a mi gente.

He de hacer un impass y decir que hasta tuve un pretendiente cónsul en Colombia y sus conversaciones no podían parecerme más aburridas, españolas y poco interesantes. Se acabo casando con la Gurisatti. Definitivamente creo que le pega más que yo… Ambos no podrían contestar ninguna de las preguntas anteriores.

Los comienzos en un nuevo país, a pesar de que uno haya querido irse a vivir a este, no son fáciles. Por eso mucha gente no los comienza, o los comienza y se regresa, o definitivamente prefiere quedarse en su zona de confort. Otros, terminamos mezclándonos con los indiecitos, con los criollitos y con los españolitos. Y tan mezclados que hasta tenemos hijos en común.

Hoy leía un artículo en el que se decía que en un futuro las carreras universitarias y másteres ya no van a ayudar mucho a encontrar empleo. Por el contrario si lo hará la manera de desenvolverse, de cómo afrontará las crisis y de cómo trabajar en equipo.

Creo que esta noticia y vivir en el extranjero como extranjero, y no como expatriado, tienen similitudes ya que muchas de esas capacidades se refuerzan estando lejos de tu país. Y si, ojalá las empresas comiencen a valorar el esfuerzo que muchos hemos hecho. Ni siquiera en época de crisis, sino porque encima hemos querido.

Recuerdo aquellos primeros años que quedaba con mis amigas cuando regresaba a Madrid. Creo que algunas hasta pensaban que iba de liana en liana para llegar a trabajar, pero en el fondo, mientras ellas seguían saliendo por los mismos bares de siempre, en las mismas calles de siempre, con el mismo grupo de amigos de siempre, yo me mezclaba con criollitos sumando experiencias valiosas a mi vida. Bueno, algunas puede que no lo hayan sido, pero de esas también se aprende.

¿Y aquello no es peligroso? ¿Y qué comes? ¿Y puedes coger taxi?. Fueron las preguntas de la madre de una amiga que me indignaron aún no siendo colombiana.

La incultura y la ignorancia hacen estragos. Y eso abunda en España. País de ricos pero pobre en conocimiento, y más del americano. Una vez me dijeron: No olvides que no se puede entender España sin conocer América. Ojalá las instituciones educativas españolas transmitieran eso.

Cuando hace tres años dije que me casaba, y que me casaba en Colombia, eso fue para la familia un desastre, una hecatombe, un fuera de contexto.

Mientras tíos y primos acuden a bodas familiares en Italia, Alemania, visitan EE.UU., Asía, Europa. Colombia no está en sus planes, casi ni siquiera está en el mapamundi de su cabeza.

Puede que ahora con eso de la serie narcos esta percepción esté cambiando. El último fin de año, creo que con alguna copa de más, mi tía se acercó y me dijo: ¡Ana, es que Colombia está de moda!. Definitivamente... ¡creo que debe estar viendo la serie!

En definitiva:

- Para los españoles en Colombia: No todo es encontrarse en el spanish gueto. Por muy duro que sea y que cueste llegar a una nueva ciudad que está en la otra punta del mundo de la tuya, y desenvolverte por ti mismo, siempre te va a dar alas para otras muchas cosas en la vida, y más en un país donde ejercer tu profesión no puede ser más interesante.

- Para a los españoles en España: Que venga a verme quien quiera y no quien piense que va a ser raptado por las FARC, que no va a tener qué comer y que aquí no existen los taxi.

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