Hombres, ¡si, gracias!
- AAJ
- 19 may 2017
- 4 Min. de lectura
Aunque esta publicación parezca que va a tratar de mi gusto por los hombres, ir descartándolo porque con cuatro en mi casa ya tengo suficiente.
También podría haber hablado de hombres y de su compromiso en las tareas domésticas ya que un señor me lo ha puesto a huevo cuando al ir subiendo la cuesta de mi casa después de la clase de pilates lo he visto llevando su carrito de la compra.

Me producen gran ternura esos señores que sin tapujos son capaces de cargar con el muerto o San Benito de un carrito de mercado. ¡Ole por ellos!.
Fue en ese momento, mientras iba subiendo la cuesta, cuando comenzó a vibrar mi teléfono móvil por el que suelo ir hablando con mi madre contándole a miles de kilómetros las novedades de las últimas 24 horas (y no las mías sino las de mis hijos) u oyendo mis pistas de música mañaneras que mi “marido” me apaga en el baño.
Resultó no ser mi madre sino uno de “mis chicos”. Utilizo el “mis” no porque sean míos, tampoco trabajan a mis ordenes, ni yo a las suyas, pero soy la dichosa entre los hombres y puedo permitirme ese posesivo.
Mientras seguía subiendo con mi música mañanera y leyendo los mensajes de este que denominaré “mi” chico, me iba dando el subidón solo de pensar lo feliz que estoy de no tener a mi alrededor a una sola mujer (salvo a mi directora general).
"Mis chicos" no solo te alegran el día con algún piropo, sino que te tratan con respeto y puedo decir que no debido a que te sientan inferior.
Es verdad que no hay que olvidar que las mujeres sufrimos de muchos males en el siglo XXI. La que no trabaja fuera y dentro de casa, está con sus días en los que las hormonas suben y bajan, o más bien suben, y la que no, está menopáusica o ha discutido con el marido, o peor, hace días que no tiene nada con el marido más allá de un simple beso. En resumen: que le falta un casquete o que le den un aire, como suelen decir de nosotras cuando nos ven con dos días malos.
Aunque no se puede generalizar, he de reconocer que en mi vida he convivido en trabajos con hombres y con mujeres y he tenido tanto hombres como mujeres jefes. Y reconozco que prefiero sin duda alguna a un hombre que a una mujer tanto como colega en el oficio, como confidente y como jefe.
Muchas dirán que con mujeres como yo el mundo no avanza, pero me limito a reflejar la pura y dura realidad. Hay mujeres estupendas en el trabajo pero mezcladas pueden ser un coctel de esos que te hacen tener resaca hasta el martes.
Mientras una mujer es celosa, rencorosa, lee entre líneas donde no hay nada que leer, es chismosa (aunque algunos también lo son), intenta poner la zancadilla (reconócelo mujer que me estás leyendo), y espera más de lo que da. Los hombres son simples hasta para trabajar: quieres esto, toma. Hablamos de esto, dile lo que piensas aunque siempre, eso si, con una sonrisa (y no para hacerte la rubia como dijo la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes).
Que le cuentas un chisme a una mujer del trabajo, al día siguiente media oficina sabe que ayer tuviste un sueño subido de tono con el del despacho de al lado. Que se lo cuentas a uno de “mis” chicos, se ríe y te dice que cuando os veáis os tomaréis unas cañas riéndoos del tema.
Que no estás de acuerdo con la estrategia de un tema, la mujer irá corriendo a contárselo a su superior para intentar conseguir su razón, mientras “mis” hombres dicen “lo voy a pensar y te cuento”.
Que tu hijo se ha hecho una brecha de ocho puntos, "mis" chicos entiende que es necesario cancelar la videoconferencia en la que participaba también México, mientras una mujer quizá te obligaría a conectarte desde el hospital.
Mientras una mujer el día que te sientes espectacular te miraría de arriba abajo con cara de asco, “mis” hombre te dicen “linda, sos linda”.
Y mientras a una mujer le molestaría que uno aceptara más trabajo porque le gusta, un hombre te dice que aprendas a decir “no”. "Ana María, tienes que aprender a ser mala", me dice mi venezolano.
Unos son gruñones, otros despistados, otros aparecen para lo que les gustan y desaparecen para lo que no, a otros hay que estar recordándoles, pero todos, absolutamente todos, son buena gente o por lo menos lo aparentan ser.
No somos amigos, no nos seguimos en Facebook (o eso espero ya que sino me moriría de la pena si leen este post), pero nos respetamos.
Puedo tenerlos tres semanas perdidos y sabemos que todos y cada uno de nosotros damos en nuestro campo lo mejor para la institución y sobre todo no jodemos al de al lado (cosa que muchas veces hacemos las mujeres). Y si lo digo es porque alguna vez he caído en la tentación, tampoco soy la santa de la película.
Probablemente a alguno de "mis" chicos no le guste cómo haga las cosas, lo que les diga, los miles de correos de recordatorios que envío, mi manera de decir las cosas y de ordenarles las suyas, pero aunque tengamos y expongamos puntos diferentes en una reunión y tras esta nos crucemos unos mails subidos de tono (y no me refiero a calientes), a las 24 horas el tema está olvidado. Y es que mujeres: hay que saber olvidar.
Realmente, debemos empezar a pensar que somos demasiado complicadas. No es ser machista, es que realmente creo que nos complicamos la vida y se la complicamos a los demás. Y es que hasta en el sexo ellos son simples y nosotras retorcidas (esto según la sexóloga de mi amiga).
En definitiva, esos son mis hombres fuera de las paredes de mi casa. No puedo decir que lleven carrito a la hora de hacer la compra pero sí que ojalá nadie me los sustituya por alguna mujer que altere mi paz interna en el trabajo.
コメント